En Chile se estima que hay cerca de 80 mil aimaras, distribuidos entre la Primera y la Segunda Región. Comparten una lengua que habla más de un millón de personas en el continente, localizadas en su mayoría en Perú y Bolivia. Pero muchos son bilingües o la tienen olvidada por desuso.
En ese sentido, la abuela Ignacia, quien estima tener 83 años y que muy a lo lejos incorpora en su conversación una que otra palabra en kastillanau o castellano, pero que nació, creció y envejeció hablando aimara, es un bocado de cardenal para el grupo de investigadores integrado por Vicente Neumann, director de la Escuela de Sicología de la Universidad Católica del Norte, Rafael Núñez, doctor en Ciencias Cognitivas de la Universidad de California y Manuel Mamani, antropólogo de origen aimara, que hace las veces de traductor-informante. Los dos primeros, tras varias conversaciones, tomaron la decisión de estudiar juntos y en terreno algún tema que ligara las nuevas corrientes en materia de teoría del conocimiento con rasgos culturales de alguna comunidad del norte de Chile.
Manuel Mamani les dio la clave sobre cuál debía ser el tema a investigar. Cuenta Vicente Neumann: - En forma intuitiva, la cultura occidental supone que el futuro está al frente. Solemos usar expresiones como “vamos caminando hacia el mañana”, y no dudamos de que el pasado siempre está detrás nuestro. Imagínate lo alucinante de que un día Manuel me contara que en la cultura aimara la situación es exactamente al revés: ellos se encuentra de frente a lo que ven y lo que ven es lo que ya ha ocurrido. Es decir, el pasado. Lo que va a ocurrir está a sus espaldas; no lo han visto y, como no lo han visto, lo desconocen.
Cuesta entender la complejidad de lo simple. Quizás porque nos voltea en 180 grado respecto a nuestra lógica. Es probable que por eso hasta ahora esta diferencia ha sido descrita sólo como una curiosidad antropológica, sin ahondar en las implicancias profundas de una concepción de tiempo tan radicalmente distinta a la nuestra. Para ayudar a visualizarla, es útil la imagen a la que alude Rafael Núñez: “Los aimaras se sitúan en el tiempo como quien va remando. Es decir, de espaldas al punto donde se dirigen y de frente al lugar del que se van alejando”.
Agrega Vicente Neumann: - No es una cosa anecdótica que la expresión q’ipa nia marana, con que los aimaras aluden al próximo año, en su traducción literal signifique “en el año hacia atrás” o “en el año que está a la espalda”. Y que ancha mayna pachan que ellos usan para referirse a mucho tiempo atrás, literalmente signifique “en mucho tiempo al frente”. Así, para ellos “el día de la espalda” es mañana y “el del frente”, ayer. Esto tiene enormes implicancias en cuanto a pensamiento, a darle sentido a la experiencia.
Sostiene Núñez: - Para este tipo de trabajo no hay resultados científicos o técnicos inmediatos, pero sí humanos. Resaltar, por ejemplo, que existen otras formas de vida alternativas a las nuestras, pero igual de válidas. Que el mundo que tenemos… no es el mundo. Que hay otras múltiples formas de mundo, muchas de las cuales sobreviven gracias a que un pequeño grupo las conserva y las hace sustentables, aunque nosotros insistamos en imponerles la nuestra. Que conocerlas y comprenderlas nos puede servir para hacer una sociedad más pluralista y respetuosa de las demás sociedades.
Vicente nos comenta: - La señora Sabina se siente tan ariqueña como cualquiera, pero si uno se fija con atención nunca mueve las manos para representar el dinamismo del tiempo: o se está aquí o se está allá, pero no se alude al tránsito de un punto a otro, lo que es un rasgo que hemos observado en la cultura aimara.
Ignacia, la abuela de Chapiquiña, a quien la noche subsiguiente podremos estudiar cuadro a cuadro, gracias a la magia del video, donde los investigadores han ido registrando decenas de entrevistas, es todavía más impactante en sus ademanes. Cuando habla del nayra pachai, del tiempo pasado, levanta su dedo índice e indica hacia un punto lejano delante de ella, tal como nosotros señalaríamos algo que está por pasar. Y cuando se refiere al año que viene, a eventos futuros, cierra su mano, la levanta y con el pulgar hacia arriba indica algo detrás, por encima de su hombro.
Volviendo a Sabina, Neumann insiste: - Para quienes compartimos lenguas indo-europeas, el tiempo es dinámico: o uno se mueve a través de él o él pasa sobre uno. En la cultura aimara existen o parecen existir, escasas referencias al dinamismo del tiempo.
Extracto del repotaje titulado "Expedición a la Virgen de las peñas: los aimaras con el futuro a sus espaldas" Ximena Torres Cautivo, el 24 de octubre del 1998
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