Existe un dicho sobre la forma de cocinar una rana, y ésta es que hay que ponerla en agua tibia y calentarla muy lentamente, hasta que ésta hierva.  De esta forma, la rana no se dará cuenta del peligro intentando escapar a saltos de la olla y se quedará nadando tranquilamente en el agua hasta cocinarse viva.
Y lo peor es que lo veremos de lejos y se nos antojará muy distante y poco perceptible, por lo que nos parecerá tonto alertarnos, ¿para qué?, queda tanto tiempo aún, podremos hacer muchas cosas para evitar la caída.   Pero no, esto será como la rana en el agua tibia;    será muy tarde cuando nos demos cuenta que ya estamos cocinados.
Quizás digan que es un pensamiento pesimista y menos fatalista, pero quiero llamar la atención de todos quienes están envueltos en la complacencia de sus vidas cómodas y  sin mayores inquietudes, en donde todo parece flotar en una ambigua tranquilidad, en donde lo malo que está pasando a su alrededor no es algo que les pueda ocurrir a ellos.     Viviendo en un lugar inexistente en donde la muerte no es parte de sus vidas y donde todo apunta a que “la vida es ahora”. Un lugar en donde la responsabilidad está circunscrita a la familia propia y a si mismo;  en donde el sufrimiento de los otros es algo que no les tocará a ellos.
Quiero decir que esta actitud es ya intolerable en el mundo en el que vivimos ahora, en donde todo está relacionado con todos y donde el destino de la humanidad recae en forma individual. No puedes seguir viviendo en esa isla de complacencia personal en la que estás; no puedes aceptar el destino de la rana que morirá quemada sin saberlo casi. No eres esa rana, debes alertarte y saltar AHORA.

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