LA NUEVA DICTADURA MEDIATICA

Posted by USO DE LA CONCIENCIA On jueves, 22 de abril de 2010 0 comentarios

Aquella hermandad empresarial que denominamos “el duopolio”, ha gozado durante los últimos veinte años de todos los deleites del libre mercado. Ha logrado buenas posiciones comerciales y ha logrado, con éxito indudable, imponer su visión sobre la política, la economía y la cultura. El Chile actual, de la transición, el Chile de los gobiernos de la Concertación, ha sido aquel moldeado y masajeado por los grandes consorcios periodísticos. Desde 1990 a la fecha los consorcios de La Tercera y El Mercurio se han repartido prácticamente todo el mercado de la prensa diaria nacional.


Prácticamente toda, porque el resto, unos pocos miles de ejemplares cada día, le pertenece a La Nación. A partir de este 11 de marzo La Nación es un diario que respon
derá a los criterios políticos y comunicacionales del gobierno de Sebastián Piñera. Un cambio, sin duda, pero menor al sucedido en este mismo medio cuando llegó a La Moneda el primer gobierno de la Concertación, hace veinte años.

Al observar la estructura actual de la circulación y venta de diarios, al recordar el proceso sufrido por la prensa chilena durante los años de la Concertación, La Nación jamás logró ocupar un espacio de relevancia en la generación diaria de información política, nunca pudo abrirse un lugar sólido ante la presencia cada vez más ubicua de los dos grandes consorcios. La voz de La Nación, en buena parte por la desidia o intención encubierta de los gobiernos, quedó amordazada. En veinte años los dos grandes consorcios de la prensa de derecha están consolidados. Tanto, que difícilmente podrían crecer y afianzarse más.


Este período les ha permitido con comodidad fijar también su visión del país, extendida desde la política y economía hasta la farándula. Por tales motivos, es poco lo que variará el espacio
nacional de producción informativa con el cambio de gobierno, que ha anunciado mantener y hacer uso del diario estatal. Las cifras de circulación de diarios demuestran la ínfima presencia de La Nación. Al primer semestre de 2009 -según datos de la Asociación Nacional de Prensa- la venta promedio de periódicos de circulación nacional superaba los 550 mil ejemplares diarios, de los cuales sólo un 2,1 por ciento correspondía a La Nación. El resto, y sin considerar los diarios regionales -hoy muchos de ellos en manos de los consorcios-, pertenece al duopolio.


El actual clima de baja o nula reflexión política no tuvo, ni tendrá alteración con el traspaso de La Nación al equipo de la derecha. Porque es un hecho que este diario, salvo contadas excepciones en temas de violación a los derechos humanos, ha seguido la abusadora pauta informativa instalada por los medios de la derecha y la política de los consensos compartida por los gobiernos de la Concertación. La Nación ha sido parte de la institucionalidad heredada de la dictadura, la que ha sido por dos décadas acariciada por la Concertación. La Concertación, desde ahora en su condición de oposición, se quedó sin periódicos. Pero atendiendo a la mínima presencia de La Nación, nunca los ha tenido, por lo que vale también recordar la premisa Tironi-Correa en cuanto que la mejor política comunicacional es no tenerla.

Una omisión que ha respondido a la gran aceptación que tuvo desde sus inicios la Concertación de parte de la institucionalidad heredada y la evidente adhesión de ésta a la política de consenso con la derecha.
La prensa que hoy tenemos es también un producto de la Concertación. Porque salvo contados incidentes -como en algunos de los temas calificados de valóricos-, el duopolio ha compartido aquella visión política y económica que los presidentes de la Concertación definieron en más de una ocasión como la “visión país”: libre mercado, apertura comercial, mínima o nula intervención del Estado en la economía, sistema binominal, concentración económica, y mano dura con las reivindicaciones ciudadanas y del pueblo mapuche. La creación de aquel país imaginario, ad portas del mundo desarrollado, ha sido el punto de encuentro de la derecha y el llamado progresismo.


Durante los últimos veinte años, el duopolio no representó exclusivamente los intereses políticos y partidistas de la derecha. Sí de la oligarquía y de los grandes grupos económicos, los cuales también fueron muy bien representados por los gobiernos de la Concertación. Los dos consorcios han sido la prensa de aquella “visión país”, acotada a una estrecha institucionalidad que ha permitido la expansión empresarial, reprimido los derechos e intereses del ciudadano y el trabajador, y silenciado la voz de la verdadera Izquierda. Es por ello que el duopolio no hizo oposición a los gobiernos salientes. Y, de haberlo hecho, ésta se acotó al resguardo de la institucionalidad y las políticas neoliberales en muy contados momentos.

Pero se ha tratado de matices sobre un amplio consenso. La Concertación, que ha aceptado las reglas del juego del restringido mercado binominal, que hace desde hace mes oposición con la voz de los medios de derecha. Llegará a estos rincónes por voluntad propia, al haber renunciado, durante los primeros años de la década pasada, a contar con una voz y un proyecto político propio. Desde el duopolio, y ahora también desde La Nación, veremos el gran juego de alternancia política ejemplar al interior del cubo sellado que encierra los consensos.

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