Ha tres días de que fuerzas telúricas se derramaron por Chile como viene ocurriendo con pasmosa regularidad cada 25 años: Valdivia, 1960 (9,6 grados); San Antonio, 1985 (7,7 grados); Cauquenes, 2010 (8,5 - 8,8 grados). Aunque llegó de madrugada, no ha sido una sorpresa. Chile es un país acostumbrado a que la tierra se encabrite, se alce, gire y se vuelva loca. No hay un sitio de este largo y angosto país donde la cicatriz tectónica no haya provocado una efusión de muertes.
Pero desde el horror de Chillán, en 1939 con sus 30.000 victimas –un terremoto que el mundo ignoró por que estaba más ocupado matándose en guerras civiles y mundiales-, el país ha aprendido a luchar contra los sismos. Exigentes normas de construcción mejores materiales, unos servicios de emergencia eficaces (con unos bomberos que son voluntarios y que están entre los mejores del mundo), contribuyen a que esta danza mortal con que nuestro país y la Naturaleza se citan cada cierto tiempo, no sea mas mortífero.
Pero nunca es suficiente. Chile invierte grandes cantidades en reforzar sus obras públicas, como hacen todos los países con importantes zonas sísmicas, pero no basta.
Sorprende el gran número de infraestructuras modernas que han colapsado, en ciudades como Santiago aproximadamente a 400 kilómetros del epicentro. Muchas el aeropuerto Arturo Merino Benítez, en Pudahuel esta cerrado y se encuentra con serios daños. La polémica está servida para los próximos días cuando se haga la autopsia al hormigón de las carreteras y viaductos.
¿Cómo se puede vivir en un sitio así, donde cada equis años la naturaleza te tumba los sueños de toda una vida en 60 segundos? Pues sólo se puede sobrevivir en la abnegación y la humildad. Con la conciencia de que hay fuerzas mas poderosas que nuestra ambición humana y mas importantes que el oropel de nuestro fuegos fatuos.
Pero desde el horror de Chillán, en 1939 con sus 30.000 victimas –un terremoto que el mundo ignoró por que estaba más ocupado matándose en guerras civiles y mundiales-, el país ha aprendido a luchar contra los sismos. Exigentes normas de construcción mejores materiales, unos servicios de emergencia eficaces (con unos bomberos que son voluntarios y que están entre los mejores del mundo), contribuyen a que esta danza mortal con que nuestro país y la Naturaleza se citan cada cierto tiempo, no sea mas mortífero.
Pero nunca es suficiente. Chile invierte grandes cantidades en reforzar sus obras públicas, como hacen todos los países con importantes zonas sísmicas, pero no basta.
Sorprende el gran número de infraestructuras modernas que han colapsado, en ciudades como Santiago aproximadamente a 400 kilómetros del epicentro. Muchas el aeropuerto Arturo Merino Benítez, en Pudahuel esta cerrado y se encuentra con serios daños. La polémica está servida para los próximos días cuando se haga la autopsia al hormigón de las carreteras y viaductos.
¿Cómo se puede vivir en un sitio así, donde cada equis años la naturaleza te tumba los sueños de toda una vida en 60 segundos? Pues sólo se puede sobrevivir en la abnegación y la humildad. Con la conciencia de que hay fuerzas mas poderosas que nuestra ambición humana y mas importantes que el oropel de nuestro fuegos fatuos.
Ese es el mensaje que trae la tierra a los chilenos cuando creen que han alcanzado una vida más fácil y mullida, cuando creen que sus sueños de ser un país desarrollado están alcance de la mano.
Cuando el doble sismo de 1960 devastó el país, la FIFA estuvo a punto de quitarle la organización de la copa del mundo de fútbol de 1962 que le había concedido años antes. Entonces se atribuye a un político chileno las siguientes palabras que quedaron grabadas dentro del imaginario colectivo chileno ‘‘Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo’’. Es verdad, ambicionamos todo, pero con lo único que se puede contar es con el talento humano, porque con esta Naturaleza salvaje no se juega.
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