EL DERECHO A LA JUSTICA EN EL DEPORTE
En los últimos mundiales de fútbol ha quedado evidente como la incapacidad profesional de algunos árbitros ha decantado la competición hacia intereses ajenos a los propios deportivos.
En la medida que el deporte se transmuta en un espectáculo de masas, agitando pasiones en el mundo entero, debería avalarse la imparcialidad de las actuaciones arbítrales.
El hecho de profesionalizar las estructuras de algunos deportes, como el fútbol, ha llevado a que los intereses económicos de esas instituciones se igualen a las de las las grandes sociedades mercantiles. No es muy lógico que esos intereses puedan quedar sujetos a la incapacidad profesional o al ilógico criterio de la actuación de un único juez.
En medida que algunas competencias han adquirido un nivel especial en el rol social, parece lógico que haya que perfeccionar los sistemas de medición para garantizar el justo derecho a la victoria.
Mientras que algunos deportes se mantienen en ámbitos de amateurismo, vale decir que los árbitros tengan rango y estructura similar. No es que sea menos el derecho al reconocimiento del bien hacer, sino que el margen de medios para ejercer la función arbitral estará en equilibrio a los recursos disponibles.
Es curioso que algunos deportes, como el fútbol profesional por ejemplo, la divergencia entre expedientes en juego e inversión en medios de arbitraje. Mientras el orbe se tecnifica, la función arbitral sigue estando sujeta al dictamen inapelable de un solo juez.
Toda oficio de juzgar deberá siempre tener la posibilidad del recurso de invalidación, o sea de que el veredicto de un juez pueda ser contrapuesto si se ajusta a ser una sentencia justa.
En los deportes masivos, en que a veces la pasión de los seguidores raya la excitación, convendría que estuviera garantizada la posible revisión de la decisión arbitral. Si no es posible la revisión de los fallos en el curso del juego, habría al menos que admitir la eventualidad de la revisión posterior, de modo que el vencedor de la partida se confiriera por los méritos realmente demostrados en el campo de juego. Este sistema resolutivo auxiliaría a que en la cancha se desvaneciera el recurso a la trampa, y beneficiaría la transparencia en el juego.
El derecho a la verdad que ampara a jugadores, hinchas, partidarios y dirigentes deportivos. Requiere que en ningún caso pueda quedar determinado el encuentro por la sensatez errada de un solo juez.
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